Límites

por | 11 febrero, 2014
limites2¿ES DIFÍCIL PONER LÍMITES?
Artículo especial de la Lic. Lorena Ruda
Marzo 2014

La consulta por los límites es muy habitual, para todas la edades.
-«Me cuesta poner limites a mi hijo», -«A este chico le faltan limites», -«El que pone los limites en casa es mi marido»…Frases comunes que se escuchan alrededor de este tema. Cabe entonces preguntarse: ¿qué es poner límites? y ¿cómo ponerlos?. Me referiré puntualmente a la infancia.
Muchas veces confundimos poner limites con gritar, con autoridad, autoritarismo, con mostrar quién es el que tiene el poder. Frases como -«se hace así porque lo digo yo, que soy tu papá/mamá, y punto» se escuchan en casi todas las casas. – «No quiero que me tome el tiempo», «es caprichoso», «no acepta ningún límite»…


limites4Lo cierto es que poner limites se confunde con gritar cayendo fácilmente en una situación de autoritarismo y, sin embargo, hay muchas maneras de ponerlos y que tengan efectos en nuestros hijos. Un grito a veces es necesario para irrumpir y captar la atención de los chicos, ya que se las ingenian para hacernos creer que hablamos solos, pero tampoco quiere decir que sea la única manera.

Es importante diferenciar cuándo estamos «poniendo limites», porque aquello que nuestro hijo hace simplemente nos molesta, porque no esta bien visto, porque hace más ruido del que soportamos en ese momento, porque queremos ver la tele y ellos jugar al lado saltando en el sillón, etc. Tendemos a ser «caprichosos» a la hora de «poner limites», quiero decir que responden más a intereses personales que a «educar» a nuestros hijos. Sin querer tratamos que se adapte el niño al mundo adulto y no el adulto al mundo del niño, con lo cual muchas veces es sólo una guerra de intereses donde, obviamente, gana el más «poderoso». A veces abusamos del lugar que tenemos sin darnos cuenta que lo que se nos está poniendo en juego es, justamente, una necesidad de marcar «quién manda acá», generar una figura de respeto y autoridad. Ingenuamente creemos que esto se logra gritando o abusando de los «no» cuando, en realidad, hay muchas maneras de mostrarles a nuestros hijos quién es la autoridad, para esto no es necesario ser autoritario. También creemos que lo lograremos si forzamos situaciones, exagerando nuestro rol sólo para marcar ese lugar. Lo cierto es que, cuanta más intención de transmitir tengamos, menos efecto logramos. Lo que realmente transmitimos lo hacemos sin darnos cuenta, justamente ahí donde nos mostramos tal cual somos sin querer resaltar alguna característica particular.Es importante no abusar de los»noes» tratando de diferenciar cuál es el verdadero sentido de ese «no»: ¿Está haciendo algo que realmente no puede, corre algún riesgo o simplemente está jugando, haciendo algo acorde a su edad y a nosotros nos molesta por «sacar de orden» o porque «hace ruido» o «usa cosas que no son juguetes»?

                                        limites3

Hay que entender que los limites son necesarios porque contienen, dan seguridad, marcan roles, enseñan lo que se puede y lo que no, a nivel micro en cada hogar, a nivel macro en la sociedad. Poner limites es importante para la estructura de cada individuo, pero estos no deberían ser caprichosos ni responder exclusivamente a las necesidades personales.
Poner limites no tiene que ver solamente con decir lo que «no» se puede hacer.
Una manera puede ser justamente limitando un espacio -«si queres hacer tal cosa lo podes hacer en tal lugar, acá no», explicando con pocas palabras porque tal cosa si o tal cosa no. No es solo «porque no». Ponemos límites si un rato antes de terminar una actividad anticipamos que en «x» cantidad de tiempo eso va a ocurrir, así evitamos el berrinche posterior, porque el niño quiere estar más tiempo en la plaza o más en lo del amigo: «en 10 minutos nos vamos, jugá tranquilo que yo te aviso», si es necesario mostrando las agujas de un reloj: – «cuando estas agujas lleguen acá, nos vamos a casa». De esta manera estamos poniendo un límite, sin gritar, sin autoritarismo…. no quiere decir que los chicos acaten y obedezcan sin chistar, van a llevarnos hasta el final con su deseo, pero ahi sí, sosteniendo la postura uno hace efectivo el límite: -«Si, te entiendo, vos queres seguir jugando, pero dijimos que cuando llegaba la aguja nos íbamos, así que nos vamos y volvemos otro día». Poner palabras a sus sentimientos, hacerlos sentir comprendidos y tenidos en cuenta favorecen a la situación.

                                  limites5

Cuando negamos una cosa podemos autorizar otra, al igual que con el espacio: -» mmm, mejor te doy este objeto para que juegues porque ese que agarraste se puede romper y no quiero que te lastimes», – «vamos a ver ese dibujito que vos querés pero primero guardamos los autitos». Lo más importante es poder sostener aquello que dijimos, por esto hay que tener cuidado en las «amenazas» que frecuentemente aparecen del tipo -«si no haces tal cosa entonces no va a pasar tal otra», porque después terminamos haciendo lo que dijimos que no, con tal de no soportar el escándalo que se genera ante el «No». Lo ideal es que los límites se interioricen como tales y no que se logren por no querer «el castigo», de ese modo es probable que se repitan las situaciones y que en cada una haya que «amenazar» o «negociar». Sostener los limites es lo más difícil ya que es cierto que los niños son perseverantes, bastante tiranos en ocasiones y donde encuentren la fisura entran como el agua.
Las rutinas también ayudan a poner límites, a organizar, a que los chicos puedan sentirse seguros anticipando lo que viene. Sosteniendo algunos órdenes, algunas situaciones se manejan con mayor facilidad y ellos ya saben que «después de bañarse es hora de ir a dormir», por ejemplo.
                        Liz_with_former_Brickcamp_girls

Como siempre digo, hay cuestiones particulares que se ponen en juego en cada caso, teniendo en cuenta las diferentes personalidades dentro de un grupo familiar, los estilos aprendidos en nuestra infancia difíciles de cuestionar, en ocasiones. Sin embargo, podemos dar lugar a la aparición de algunas preguntas para tratar de modificar los modos aprendidos y, junto con nuestra pareja, encontrar una nueva manera de poner límites, respetando al niño y a los intereses de cada uno.