Síndrome metabólico

por | 17 agosto, 2013


sobrepeso¿QUÉ ES?

LA IMPORTANCIA DE SU DETECCIÓN PRECOZ

Agosto 2013
Hace ya algunas décadas ante el avance de las enfermedades cardiovasculares se identificaron factores de riesgo que pueden alertar en principio a prevenirlas y ya pasado ese momento a indicar un estricto tratamiento y una rehabilitación adecuada. Esos factores de riesgo conforman el llamado síndrome metabólico que incluye distintos tipos de trastornos. Entre los más importantes se encuentran la obesidad abdominal y la resistencia a la insulina. Esta última es la hormona que permite ingresar la glucosa a las células del organismo para nutrirlas. A diferencia de la Diabetes tradicional o tipo 1, en el caso de la resistencia a la insulina no se observa disminución o ausencia de ella. Todo lo contrario, se encuentra en valores normales o incrementados. La insulina encuentra resistencia para poder ingresar a la célula la glucosa.
Dado el incremento de la obesidad en los niños, el síndrome metabólico comenzó a encontrarse en los pacientes pediátricos. El diagnosticarlo a edades precoces de la vida puede, en muchos casos, mejorar el pronóstico y evitar enfermedades cardiovasculares que aparecerán más adelante.
El síndrome metabólico en síntesis incluye trastornos que constituyen factores de riesgo para presentar enfermedad coronaria y diabetes. Lo importante es su detección precoz en los niños y, la punta del ovillo lo constituye un signo clínico: la obesidad. Más arriba hablamos de una característica importante de ella: la obesidad abdominal. Aquella que, además de provocar peso elevado, presenta principalmente incremento de la grasa en la región del abdomen, borrando la cintura. Es por ello que se han elaborado tablas especiales para la medición de la misma considerando los rangos normales según edad. Con sólo ese dato alterado podemos sospechar que estamos ante un síndrome metabólico. A partir de allí, investigando, podremos encontrar valores de tensión arterial elevados para su edad y cifras de glucemia en cifras límite o ya directamente aumentadas. El síndrome se completa con alteración del colesterol, triglicéridos y trastornos generales de índole inflamatorio que llevan en forma sinérgica al riesgo aterogénico que provocará la enfermedad cardiovascular.
La información sobre la prevalencia de síndrome metabólico en niños y adolescentes es limitada, aunque puede afirmarse desde luego que es elevada en la población pediátrica con obesidad. Se sabe que los niños obesos con circunferencia de cintura por encima de los valores normales tienen un riesgo más de 2 veces mayor de padecer síndrome metabólico en comparación con los niños que tienen una circunferencia de cintura menor.
Hay también factores de riesgo para padecer obesidad y sobre todo síndrome metabólico. Se destacan: poseer una madre diabética o con antecedentes de haber presentado diabetes durante el embarazo, peso alto o bajo al nacer, rápido y elevado incremento de peso durante los primeros meses de vida y el inicio de la alimentación complementaria antes de los 6 meses de edad. Obviamente la lactancia materna exclusiva durante el primer semestre constituye un factor preventivo. Los antecedentes de obesidad materna o paterna, el sedentarismo y los antecedentes familiares de diabetes, hipertensión arterial, infarto agudo de miocardio y accidentes cerebro vasculares completan el espectro. En cuanto a los hábitos de alimentación en niños de más edad, se destacan comer más de dos veces por semana fuera de la casa, consumir bebidas que contienen azúcar en forma habitual e ingerir menos de 2 raciones diarias de leche.
Se debe reconocer al síndrome metabólico como un conjunto de factores de riesgo cuya presencia implica la necesidad de evaluar la existencia de factores de riesgo adicionales.
Ante la sospecha de su presentación se deben investigar todos los antecedentes comentados. El tratamiento inicial y principal es la modificación de los hábitos de alimentación y promover los que lleven a una vida saludable evitando el sedentarismo. Con el cumplimiento de estas premisas la mayoría de las alteraciones metabólicas suelen mejorar. No obstante no es tan fácil lograr que un niño con sobrepeso u obeso modifique sus costumbres. El tratamiento también debe incluir a la familia. Hay que tener en cuenta que algunos integrantes de la misma suelen también padecer las mismas alteraciones debiendo modificar también sus costumbres alimentarias y sedentarias. La escuela también debe intervenir, promoviendo actividades deportivas, incluyendo la educación para la salud entre sus objetivos. Los llamados «kioscos saludables» en el ámbito escolar constituyen también una parte importante en la modificación de dichos hábitos.

 

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